¿Como se llama esta tierra?

*Tierra negra, y pertenece a uno de los reyes de los genios llamado Dhu-l-Dyanayain*

lunes, 11 de mayo de 2009

Escenas en torno a Junior Cordova

Para el autor de este texto, ha sido un tremendo honor entrevistar al sonero Junior Cordova, que ha brillado esperando el tren Numero 6, buscando Siete Mujeres y poniendo a sonar la Cinta Verde.




Junior Cordova hizo fama en Youtube/Introducción:

Cabe decir que fue anecdótico el modo en que logré encontrar a Junior Cordova en un día como hoy y como cualquiera, en una página de internet donde no se habla solamente de salsa. Es en la página Youtube, dedicada a postear videos por parte de millones de usuarios, donde existe un video de la legendaria banda del fenecido Bobby Rodríguez (La Compañía), y donde entre otras cosas, Junior aparecía al frente de las cuerdas vocales cantando el tema Numero 6, compuesto por Rubén Blades, tema emblema de la banda en sus inicios y llevado a escena en los premios Latin New York del año 1976.

El tema como siempre desborda de alegría, hasta da la oportunidad a los integrantes de la orquesta de bromear y vacilar poniendo en escena el eterno tema neoyorquino en torno a la espera del tren. Pocas canciones habrían tenido hasta entonces tal capacidad dramática y cómica, que de un modo directo abordaran temáticas tan puntuales sobre un modo de vida: el de los latinos y el ahora salsero regreso a su barrio.

Más tarde ahondaremos en el potencial salsero que catapultó a esta orquesta a pisar el terreno de las figuras históricas de nuestra querida salsa. Pero mientras tanto cabe notar que, la aparición de Junior Cordova, al igual que anecdótica, sería cordial y fraternal frente a los usuarios y seguidores que comentaban el ya nombrado video. Aparecería hablando como un usuario más, tratándolos como amigos y de un modo fraternal, el sello original de los verdaderos salseros, los que han nacido para el ritmo y no para la vanidad, enfermedad que contagia a la mayoría de “salseros” que aparecen hoy día y tanto daño le hacen a la música.

Fue ahí donde contacté al gran sonero Junior Cordova, que recibía muchos elogios de sujetos desde Nueva York, Barcelona, Caracas, Cali y otros focos salseros, pero hasta ese momento nada indicaba la posibilidad de una entrevista. No sería sino hasta un viaje a Nueva York, donde mi querida novia, en donde recordaría que algún día había hablado con un salsero reconocido, y recordaría la posibilidad de entrevistar a este peso pesado de la salsa. Así fue, le escribí mediante esta herramienta del siglo XXI, que para sorpresa mía utilizaba frecuentemente, la respuesta fue inmediata con un número telefónico largo y complicado, de esos que son comunes en tierras norteamericanas. Lo siguiente fue una corta conversación telefónica y ya, estaba lista mi incursión como periodista para retratar personalidades verdaderamente grandes.

Al llegar a la casa de mi novia, no tendría espacio para parquear su carro. La primera imagen que me suscitó fue la de un boxeador, un sujeto dedicado al combate en las tarimas, pero más aún fuera de ellas. Lo vi como un sujeto golpeado, como un boxeador retirado que como todos los grandes termina hundido en los desordenes de su vida. Me acordaría del gran Héctor Lavoe, su trágico final al mejor estilo de las figuras populares.

El viejo boxeador habla del niño prodigo que unió dos pueblos en torno a él:

Cuando logró parquear el carro, logré detallar mejor al personaje, líneas ya definidas de años y vejez, manos y dientes de fumador, signos de gastrónomo consagrado. Y una retórica bastante destilada, virtud de años y depurada en el tiempo. Lo siguiente fue su fecha de nacimiento, 4 de diciembre de 1949, en el barrio Cuba Libre, del pueblo de Toa Alta, al norte de la isla del encanto. Fue entonces como desde los 7 años cantaba en la escuela de su pueblo natal, pasaba en aquellos días en la escuela de salón en salón cantando para cada actividad que había, le pedían permiso a mi maestra para que yo fuera a cantar a otros salones. Luego integraría el grupo de Maso Rivera en Toa Alta, grupo del que según dice él, es el mejor cuatrista que ha dado Puerto Rico.
Luego vendrían pasos por los Dorado Aces, un grupo del pueblo de Dorado, cerca de su pueblo natal. Sería la primera orquesta en la que habría trompetas y saxo detrás de su voz. Tal como él comenta, estaría algo tímido antes de su primera presentación con esta orquesta, que era multitudinaria. La preocupación mía era que yo pensaba “que tal cuando las trompetas empiecen a sonar y yo me ponga a cantar, yo creo que me voy a turbar”, y con su acento fuertemente puertorriqueño cuenta como en tal conglomeración de gente se sentía como cucaracha en baile de gallinas, puesto que incluso en la presentación Junior sintió el regionalismo del público del pueblo de Dorado, siendo él de Toa Alta. Mas sin embargo, sería el comienzo de una fructífera carrera, donde adquiriría ya reputación para tocar con artistas de más talla, y, como diría, las trompetas yo las sentía lejos, y yo pensaba que me iban a opacar la voz mía, pero las sentía lejos y quedé bien, me aplaudieron y de ahí salí con novia y todo (risas). Me imaginaría yo a un Junior Cordova de 14 años con su novia, salido en andas como torero por la puerta grande en un paraje tropical, oscuro, violento, alegre y parrandero, bajo la vista silenciosa de los arboles, marañas y chupacabras del Puerto Rico nocturno. Más tarde diría en un verso santero, de esos versos salseros que limpian el alma de los escuchas esto:

“Desde pequeño cantaba, siempre en la rumba mas brava yo rumbeaba caballero”

Sería esa noche la noche en que sería conocido por artistas de la talla de Johnny “el Bravo”, quien lo incorporaría a su orquesta, y le daría paso a su primera aparición en televisión, esto es, en ligas mayores. El bajista de Johnny” el Bravo” tocó un día con nuestra orquesta porque nuestro bajista se enfermó, y le gustó como yo cantaba, entonces me recomendó con Johnny “el Bravo”. Johnny fue un día a buscarme, y fue a buscarme un viernes, no se me olvida ese día, porque al otro día él hacía un show en televisión llamado “El show de los sábados”. Entonces me lleva a comprar un traje nuevo, y el único traje que queda es bien grande, y con los pantalones, yo parecía un árabe, y una pelea de perros me cabía en cada pierna (risas). Cuando yo salgó en televisión, mi pueblo estaba pendiente de que yo iba a cantar, y ahí sí que estoy asustado porque están las cámaras, pero yo siempre me imaginé como manejar la cámara, y era bien optimista para todas las cosas; yo quería ser cantante de cartel.
Aunque aquella noche en pantalla no cantó, sería su debut al frente de públicos de importancia. Desde ahí Junior Cordova comenzaría a jugar con los difíciles soneos de los momentos más nutridos en la historia de la salsa.

Un malabarista de la voz con una orquesta verdadera:

Luego vendría un eslabón más, cuando formaría junto al conguero Julio Castro la Orquesta la Única. Johnny “el Bravo” no quería que Junior se fuera de su orquesta, mas sin embargo Junior Cordova estaba en búsqueda de mejores condiciones. Una orquesta con un sonido rápido y callejero, que pregonaba en los arrabales:

“En la calle dolor, esquina miseria, donde la soledad reina en todo el lugar, allí fue que nací”

Los soneos jóvenes de Junior Cordova en el 71, parecidos al trapecista joven que hace maromas en el aire, así la voz de este joven sonero deslumbraba con un especial talento que lo fue haciendo reconocido, mientras paradójicamente cantaba “solito en el barrio, yo me quedaré”. No sería el olvido lo que le quedaría luego de integrar esta orquesta, viendo que en esta orquesta obtuvo algo que muy poco había tenido y tendría a lo largo de su carrera como cantante; la capacidad de hacerse sin un líder clásico de orquesta y de en cambio ser su propio líder. Esta orquesta tendría un modus operandi más fraternal, beneficiando el modo en que Junior Cordova percibía e interpretaba la música. Sería desde aquí arada esa semilla ya sembrada que germinaría en los temas legendarios que todos le conocemos. Por lo demás, cultivaría a su vez una amistad duradera con el luego conguero de Héctor Lavoe, “Julito” Castro, a quién luego le conoceríamos invaluables aportes salseros con su Orquesta la Masacre.

Una “cinta” estelar y fugaz en Nueva York:

Corría el año 1973, Junior Cordova sería estrella salsera a raíz de su colaboración en la producción de Nelson Feliciano bajo el titulo de La Cinta Verde. Sería el tema que apelaba el disco el que le valdría el reconocimiento internacional. Lo grabaría en Nueva York, pero paradójicamente este tema no le remuneraría a él como le aportó al mundo salsero; siendo el disco solo el resultado de una entrada en grabaciones y no de la conformación real de una orquesta, no le permitiría a Junior recibir un sustento permanente y estable de su primaria pasión, los ritmos caribeños. Junior decidiría junto a su esposa el volver a la isla.

De bateador designado, a pelotero temible del hall of fame:

De pronto Junior entra a cantar en la legendaria orquesta del maestro Cortijo, valiéndole el reconocimiento histórico de numerosos coleccionistas, que ahora lo recuerdan en su participación en el disco “con las siete potencias” del año 1973. Su anecdótica entrada significaría, como siempre, la inscripción de su firma en la historia grande de la salsa.

(Risas) Eso fue, ese trabajo (con las siete potencias), fue que yo estaba en ese tiempo trabajando en el día, yo era entrevistador de trabajo en ese tiempo por aquí en Nueva York, en el 1973 más o menos fue que grabe ese longplay. Cortijo fue a buscarme a mi trabajo, entonces el había traído el longplay ya hecho con la voz de.....yo creo que fue Chamaco Rivera el que había puesto la voz a esos números que yo canté, entonces me fue a buscar y me dijo "Junior, te necesito pa’ que le pongas la voz a estos dos nombres y de viaje sigues cantando conmigo". Así fue que yo empecé con él, haciendo creo que fueron 2 números o 3 que hice en ese longplay, que le robó la voz al cantante que estaba que no me acuerdo ahora precisamente quien era el que lo había grabado. Entonces como él me iba a tener a mi cantando, pues aprovechó, le borró la voz, y me dijo "Junior ponle la voz a esto porque tu vas a estar conmigo, para que la gente te oiga cuando oiga la canción y cuando voy a tocar es tal que, el que cantó el disco está conmigo”. Y entonces canté como el bateador designado (Risas).

El subway numero 6 avisaba ruidoso el Boom:




“Los setenta fue tremendo, apoteósico para todas las orquestas pero todo el mundo se quiso aprovechar de esas oportunidades que había”

De pronto llegaría la etapa mas recordada en la carrera de Junior, cuando en Nueva York entraría a formar parte de La Compañía, orquesta que lideraría Bobby Rodríguez. Tal sería la versatilidad de Junior Cordova al frente de las cuerdas vocales, que cuando muchos pensarían que no lograría tal salto, pasaría de una orquesta mayormente típica dentro del marco de la salsa, en cuanto a sonido y propuesta, a una innovadora orquesta en Nueva York con un sonido mucho menos típico y en cambio orientado al campo de la exploración en campos como el Jazz y el Funk en pleno auge Disco de los años 70. La entrada de Junior en este campo continúa siendo igual de sorprendente que en aquellos años, en el sentido de que pocas veces se encontraría en salsa una mezcla igual de armoniosa y exitosa de elementos innovadores interactuando con las raíces caribeñas para hacer de la música del barrio esa música superlativa que luego, todos oiríamos con esta orquesta.

Los intentos de la Fania de hacerse una disquera que combinara sonidos setenteros con salsa como sabemos posteriormente fueron en su mayor parte intentos fallidos y frustrados, con pocas excepciones sonoras que si lograron aquella mezcla, como lo sería el Juan Pachanga cantado por Rubén Blades y arreglado pro el legendario Louie Ramírez. Sin embargo pocas orquestas lograrían una incursión exitosa en esta mezcla, y la clave de este triunfo musical, además del férreo liderazgo de Rodríguez, bajo el talento musical de Pastor “Toti” Negrón (Bajo) o Al Dorsey (Piano) sumado a Joe Wohletz (Saxo), lo sería también la versatilidad de la voz de Junior Cordova, voz que haría leyenda temas como Sonero de Barrio, temas ahora convertidos en himnos mundiales de la salsa y el latino común de donde proviene, al que encarna este grandioso genero canción tras canción.

Sí, serían los malabares ya mencionados de Junior los que permitirían ensamblar y construir canciones como el Numero 6, con esa letra inolvidable compuesta por Rubén Blades, o Pa’ Borinquen Voy, en donde Junior aporta al máximo su destreza musical. Todo esto en su primer disco, Lead me to that beautiful band, sin embargo, aunque la música sonara bien, el oficio detrás de los tremendos ritmos que sonaban era duro y así lo cuenta de esta época Junior:

“Cuando estábamos grabando el primer longplay, Ray Barretto le dio un consejo malo a Bobby, en el estudio de grabación, porque Ray Barretto fue el que produjo el primer longplay de nosotros, y le dice a Bobby : “Ese cantante es bueno, pero no le des mucha publicidad, porque se te va”. Él le da ese consejo como líder de orquesta a otro líder de orquesta que está subiendo. Entonces desde ese momento eso influenció a Bobby mucho, porque Bobby siempre mencionaba “Bobby Rodríguez y la Compañía”, y en ese tiempo yo venía de cantar con Rafael Cortijo y su combo (que eso es lo mejor que ha dado Puerto Rico en cuestión de salsa, lo mas grande), yo vengo de un nivel altísimo a cantar con Bobby, pero no vengo con ningún orgullo, no, yo entré humildemente y me doblegué y me puse al mismo nivel que todos los músicos que estaban ahí, y que entre ellos habían muchos que estaban empezando, pero yo nunca les dije a ellos “yo soy profesional y tú no eres profesional”. Pero desde ese consejo cambió Bobby y ya nosotros (la banda) no sabíamos cuanto íbamos a ganar, además que ya habíamos tenido hits y esperábamos ganar más, pero el músico termina ganando una miseria.

Para Junior como para muchos, los setentas y el Boom terminaron siendo un desencanto para los músicos y artistas de salsa, que veían como su dinero terminaba en manos de promotores y dueños de clubes salseros, sumado al número de integrantes de una orquesta, que llegaba a un numero en el cual el dinero que quedaba para los músicos se reducía aún más. Esto contrastado con los músicos puertorriqueños de hoy, en especial los del llamado Reggaeton, quienes siendo un cuñado máximo de tres músicos y con una música en nada elaborada, acuñan riquezas que superan en mucho lo que hicieron en su carrera músicos del calibre musical más alto:


Lo que me duele a mí, es que los ARTISTAS VERDADEROS, como un señor Tito Puente, como un señor Eddie Palmieri, como un Johnny Pacheco, como un Ray Barretto, como un Charlie Palmieri, un Cheo Feliciano, no fueron apreciados verdaderamente, no se les daba el dinero, tenían que tener una pelea con el promotor, que no les quería pagar lo que el líder de orquesta pedía. Entonces tu vas a tocar en un baile, no estás ganando casi nada, los tragos a 5, 6 dólares, imagínate a una persona que trabaja en una fábrica, se le va el sueldo en una noche, no puede ir a bailar el weekend entero, y si quiere enamorar a una chica que está en el baile se le hace tan difícil no comprarle un trago porque luego la chica va pensar “este chico me da pena, esta medio flojo en el bolsillo” (risas). Pues entonces, yo pedía un trago en la barra y por cualquier cortesía con amigos, había veces que llegaba a la casa pelado.

En la época de más diversión, los salseros tuvieron también penas muy hondas a raíz de la poca consideración y los abusos de los promotores y empresarios. En este contexto, Junior se las arregló para hacer dos discos igualmente superlativos al primero realizado con La Compañía de Bobby Rodríguez, Salsa at Woodstock, de 1976, grabado en vivo en el mítico escenario de conciertos rurales, y en el 78 el Latin from Manhattan, un disco para muchos pieza maestra de la salsa en la etapa ya alta del Boom salsero.
Grabaría luego dos discos con la orquesta de Bobby Rodríguez, Hay que cambiar la Rutina, de 1979, y The Force of the 80’s de 1981, este último con sus dos posteriores éxitos, Veneno e Hipocresía.

El invisible compositor se ausenta de los contratos:

Bobby Rodríguez tenía una espina que debía sacarse a raíz de un robo de un cheque que le roban en su buzón. De ahí le comentó el asunto a Junior, con quien comenzó a tararear en el estudio: “El buzón, que me rompieron, el buzón, que mala suerte”. Junior Cordova escribiría los pregones y el canto que tendría el resto de la canción El Buzón, que aparecería en el segundo disco (Live at Woodstock), de La Compañía. Más Bobby Rodríguez se quedaría con los créditos. Del mismo modo ocurriría según cuenta Junior Cordova con un tema inmortal, Sonero de Barrio: “Bobby le hizo a ese número solamente el coro, “sonero de barrio me dicen ya”, mas nada, el resto todo es mío, pero a la hora de ponerle el compositor, lo escogió Bobby.” De tal complejidad era la relación de Junior y Bobby con respecto a la orquesta, que Junior confiesa ser el autor de la mayor parte del tema Sonero de Barrio, tema que en los créditos aparece bajo la autoría de Rodríguez. Junior no tiene ningún remordimiento de no haber aparecido en los créditos de semejante letra salsera, porque dice haber actuado siempre con la verdad, pero aún el día de hoy no se explica porque dejo que estos abusos de autoría ocurrieran. “El deber de él (Bobby), era decir “este tema lo hicimos Junior y yo”, pero no lo hizo, entonces esas cosas me dolían a mí, siempre era Bobby Rodríguez y la Compañía, y ahí fue cuando más me desencanté aunque siempre viví enamorado de la orquesta. Porque yo era admirador de él (Bobby Rodríguez), aparte de ser amigo de él, porque me encantaba la forma en que tocaba. Me encantaba también la como tocaba Eddie Hernández, ese es mi trombón favorito, de trombones habidos y por haber, porque ni Barry Rogers ni nadie, porque para mí Eddie es mi trombón favorito.”
De cualquier modo, desencantos como los que ocurrieron entre Junior y Bobby, serían los que incentivarían su salida de la orquesta a principios de los ochenta, y que no sería regreso sino hasta el último disco que produciría Bobby Rodríguez y la Compañía, en el año 1987, bajo el titulo de Juntos otra vez.

Los colombianos según Junior Cordova/ Ollas pa’ quemar humanos en el rio Pance:




Para Junior Colombia es palabra salsera y alegremente lo expresa. Nada como recordar esos toques que hacía La Compañía en la 47 y Queens Boulevard, llamado el Aretama, un sitio manejado por un gringo, pero donde trabajaban y entraban solo colombianos. Tocaron tantas veces que lo expresa con un “muuuucho” largo y en algo irreverente. “El colombiano llega con su familia, y pide un servicio, se acaba ese y pide otro, tu entiendes, el colombiano brega en los bailes diferente a como es aquí en Nueva York, que la gente lo que está pendiente es darse un traguito en la barra, pero el colombiano no, el colombiano llega y lo que pide es un servicio completo, para todo el mundo, y pa’ poder invitar al que se aparezca. Entonces nosotros éramos muy queridos por ellos, y así fue como fuimos a Cali.”

En el 78, año cumbre de la orquesta para muchos, irían a Cali y de ahí los llevaron al legendario rio Pance a tomar sancocho. De esta etapa recuerda “Hay como 12 señoras cocinando y unas ollas que cabe uno dentro (risas), se puede cocinar gente en esas ollas, y todo el mundo espera en unas mesas bien grandes. La gente espera a que terminen de hacer la sopa en esas ollas tomando cerveza, y cuando te comes eso te puedes quedar dormido de tanto alimento que has comido (risas). “Fue de este modo como coronaba lo que antes habría sido una rumba de nunca acabar, y cuando se le preguntó si Cali era la capital mundial de la salsa respondía:
“Si como no, esa gente no para de bailar, pueden ser las 6 de la mañana, 7 de la mañana y se van pa Juanchito y allá eso es baila que baila y no para, me entiendes, porque está bien que llegue uno y se sienta como aquí en Nueva York y a veces se baila un numerito y eso, pero la mayoría de la gente se queda en la mesa hablando y dándose el trago, pero no, el colombiano sigue dándose el trago y sigue hablando pero también sigue bailando.”Junior aprovecha para saludar y recordar a los colombianos:

Manolo, dueño del Escondite.
Felipe Reina, dueño del Cheetah, quien se suicidaría.
“Veloz”, muy amigo de Junior.
“Cucaracho”, muy amigo de Humberto Corredor.

Recuerda también El peñol, un sitio camino a Buenaventura, aunque lamente no haber conocido el puerto querido y tampoco la capital de la montaña, Medellín, aunque le gustaría “tener la dicha de poder ir”, sabiendo que ahora en Colombia la salsa brava vuelve a pegar y que está formando actualmente junto al conguero Julio Castro una nueva orquesta, y paulatinamente, quizás tenga la oportunidad de regresar a nuestro país.

Un pinchazo que haría historia

Sería en los ochentas, cuando Junior sabría que había sido reemplazado en un legendario concierto por su gran amigo Héctor Lavoe, concierto que quedaría para la posteridad y en el recuerdo de todos los salsomanos. Y tal como la historia, Junior nos muestra que la leyenda de aquella noche tiene una raíz anecdótica:

“Yo voy guiando (manejando), se me vacía una goma, y tengo que bajarme a bregar, y ya era hora de empezar el baile, Héctor estaba alternando con Bobby, y Héctor empezaba después de nosotros, nosotros abríamos el show. Entonces Bobby está desesperado porque yo no llego, yo no sé porque se desesperó porque el tenia a Eddie (Hernández), que cantaba los números en ingles y estaba José Acosta que cantaba también; era un desespero innecesario, de la manera que yo lo veo. Pero entonces en ese tiempo había pegado bien heavy el numero 6, y parece que él quería abrir con ese número, cantando yo ese número. Entonces qué pasa, él estaba desesperado con sus instrumentos y que "vamos a empezar a tocar" pero está mirando para la puerta pa’ ver si yo llegaba pero yo no llego. Se tardó un poquito en empezar, Héctor se da cuenta de lo que está pasando, porque como él tiene que medir el tiempo él dice "Esto no ha empezado, está usando parte del tiempo ya, demasiado, y si empieza tarde pues va terminar tarde, entonces me va robar mi tiempo". Entonces pues Héctor va donde Bobby y le dice:

"¿Bobby que está pasando, que pasa que tú no has empezado?"

Entonces Bobby le dice "Chico, que Junior no acaba de llegar aquí, sabe Dios que está haciendo él, que no ha aparecido pa’ ca."

Porque siempre piensan de uno lo más malo (risas), ellos nunca piensan que tú fuiste a una iglesia a rezar ni nada de eso, ellos piensan que tu estas en otra cosa, que estas donde una mujer, que estas en casa de alguien o lo que sea. La cuestión es que Héctor le dice:

"No te apures, dale pa' lante. Yo meto mano a lo que Junior tiene.”

Y eso fue para él un alivio grandísimo, ¡y no solamente un alivio, un orgullo!, de que Héctor, él mismo se brindó a hacerlo. Y tú sabes quedó bien chévere porque él tenía esa cosa, tu sabes, que aunque él no se supiera la letra, el empezaba a decir cosas, tu sabes, improvisaba y hablaba también con la gente, el se echaba la gente en su bolsillo. Héctor era incomparable.


La muerte de su hija (Q.E.P.D):

Para Junior Cordova sería el episodio más triste este, y significaría el retiro de su oficio querido, el de cantante salsero. Sería en un accidente automovilístico y con la vida de su querida hija, moriría también, por un tiempo indefinido, su malabarista voz que habría sabido esquivar tantos problemas que daba la vida y más a los músicos grandiosos de nuestra querida salsa. Sería un accidente automovilístico que haría fenecer a su querida hija, el que lo haría a su vez dejar la orquesta de Ray Barretto, con la que estaba para entonces, y coger el primer vuelo para la isla de Puerto Rico a cargar el ataúd de su hija y llorar a la luz del sol Caribeño y el triste baile de las palmeras en un funeral, que avergonzadas de su alegría se marchitan en el luto de un salsero, porque rinden tributo a los grandes caribeños aún en sus tristezas.
De aquí Junior pasaría por un silencio artístico del que no se sabría de su paradero incluso entre personajes de su círculo salsero. Intentaría una noche volver de su tristeza en un toque que realizaría su amigo Tito Allen, pero no lo lograría, no sería lo mismo, el canto no tendría el mismo sabor, porque al no haber la misma alegría, había perdido su otrora talento de alegrar los corazones de la gente, esa gente que lo quería ver cantando de nuevo. Ahora Junior resurge, vuelve a sonreír, sus heridas han sanado y perfila dedicar su vida completa a la salsa, como ya lo ha hecho.

Coda:

Junior Cordova empezó a cavar como podía una zanja para sacar su carro de un cumulo de nieve que se había formado. Sonriente en las calles del Bronx, fúmandose un cigarrillo mientras trata de desenredar las ruedas del carro de la maraña invernal, se despide con semblante alegre.
Desde el mismo Bronx, el condado de la salsa, está en proceso de formar una nueva orquesta junto a su amigo Julio Castro, y ojalá tengamos de nuevo a uno de los mejores cantantes y salseros que han sido, por fortuna, baluartes de la historia de la salsa.


Algunas frases en torno a Junior Cordova:

“Las bendiciones que busco no son de dinero”

“Vivo la vida con sinceridad”

“Podría hacer una enciclopedia de tantas anécdotas que me han pasado”

lunes, 2 de marzo de 2009

El Jazz revive y los gatos engordan en la crisis

Si la Gran Manzana se está pudriendo, el gusano de su cultura engorda




Me parece afanoso pensar que esta crisis trata de la muerte del capitalismo salvaje, como lo han querido expresar sectores de la opinión. En cambio me he encontrado con que la cultura nuevayorquina se exalta aún más en momentos de crisis. La bella locura que viven los ciudadanos de la gran manzana en sus mentes se incrementa como una onda orgásmica al acentuarse y hacerse por fin evidente en las calles aquella crisis de los periódicos y noticieros. Y valga decir que bastante evidente se hacía para finales del 2008.

Los sonidos del saxofón tocados en el cruce de la 50th street con el rio de cemento de Broadway se encrudecían y apasionadamente mostraban el desgarro colectivo evidente en el aire y los perfumes monótonos de las alcantarillas y las mademoiselles que salían de sus oficinas noche tras noche, dirigiéndose hacia la quinta avenida a seguir con su frenesí de compras navideñas, que en nada se mostró menor a los años pasados. Lo que pasa es que en Nueva York nadie mira hacia el saxofonista de la esquina, aunque en el fondo todos lo oigan, porque nadie mira hacia la cruda Nueva York, es un sueño controlado, que se sigue manifestando sueño a pesar de que se presenten sucesivas oleadas de crisis.



Pero es que en Nueva York todos quieren ser de algún modo lacerados por algún vaivén financiero maligno. Parece esta la forma abnegada que tiene Nueva York de mostrarse siempre como el eden cultural de estilo de vida capitalista, ya que financieramente hace algún tiempo dejo de serlo. Es allí donde se revalida el propósito capitalista como modelo aparentemente “invencible” de sociedad, es la ciudad que válida a nivel global el modo de vida americano, y en momentos de crisis, y entre más aguda sea, es bastante más divertido vivir la ciudad. Se hace más íntima, más apasionante, más atractiva.

Tal vez eso sea, Nueva York se reproduce continuamente, se transforma libre y frenética como un Jazz acelerado hacia ninguna parte, siendo simplemente eso, un sueño común, como una obra de arte sencilla y a su vez magnifica, puesta como grafitti en una alcantarilla plagada de ratas, o en, ¿por qué no?, el museo de arte moderno con toda su parafernalia.



Que no se venga con el cuento prevenido a la hora de posar los pies sobre la tierra Yankee. Ya estando allá uno se da cuenta que no se trata de hombres, uno está entrando al mundo de los gatos y aprende su arte del ocioso desinterés. Llueve, truene o relampaguee, los innumerables gatos de Nueva York (infinitos como las ratas) se acicalan tranquilamente en sus camas de apartamento cálido, mientras en las calles el desenfreno no se acaba. Y los que mueren del frio afuera, aún conservan un festín de ratones durante toda la noche, resultando mejor alimentados por la peste que los gatos de “alta sociedad”. Del mismo modo vive el hombre la ciudad, obtiene el goce que ofrece una pintura gigante para cada cual.

Que no se diga que la gente es infeliz en las calles del Harlem negro o latino, donde por estos días suena aun más fuerte el Jazz y la Salsa, porque aún en la crisis se validan las mejores facetas de los pueblos. Que ningún izquierdoso celebre el fin del capitalismo, porque está muy lejos de morir, al menos en la gran ciudad.